viernes, febrero 06, 2009

...Tan lejos


Me es imposible olvidar tus palabras de aquella noche cuando te fuiste lejos,
Tan lejos que no se llega nunca…
Tildando mis fracasos, y argumentando que no estaba listo para esto,
Llevándote lo único que te servía de mi,
Para según tu “no sentirte sola durante el viaje”
Que a final de cuentas sabias que era tuyo,
Y que cuando llegaras a tu destino,
Y al fin me olvidaras, lo devolverías.
Y ahora, solo me consuela saber que tu camino ha sido eterno…
Porque en mi pecho,
Todavía no late mi corazón….

lunes, febrero 02, 2009

El final de la novela...

Durante toda la tarde estuve mirando las aguas del Rio Piedra. La mujer nos trajo bocadillos y vino, dijo algo sobre el tiempo y volvio a dejarnos solos.
Mas de una vez él interrumpio la lectura, y se quedo con la mirada perdida en el horizonte, absorto en sus pensamientos.
En cierto momento, resolví ir a dar una vuelta por el bosque, por las pequeñas cascadas, por las laderas llenas de historias y significados. Cuando empezaba a ponerse el sol, regrese al sitio donde le habia dejado.
-Gracias- Fue su primera palabra cuando me devolvio los papeles.
-Y perdón.
A orillas del Rio Piedra me senté y sonreí.
-Tu amor me salva y me devuelve los sueños- continuó.
Me quede callada sin moverme.
-¿Conoces bien el salmo 137? -preguntó.
Dije que no con la cabeza. Tenia miedo de hablar.
-A orillas de los Ríos de Babilonia...
-Sí, sí lo conozco -dije, sintiendo que volvía poco a poco la vida. -Habla del exilio. Habla de las personas que cualgan sus cítaras porque no pueden cantar la música que les pide el corazón.
-Pero después de llorar de nostalgia por la tierra de sus sueños, el salmista se promete a sí mismo:
¡Jerusalén, si yo de ti me olvido,
que se seque mi diestra!
Mi lengua se me pegue al paladar
si de ti no me acuerdo...!

Sonreí una vez mas.

-Me estaba olvidando y tu me haces recordar.

-¿Crees que recuperarás tu don? -pregunté

-No lo sé. Pero Dios siempre me dio una segunda oportunidad en la vida. Me la esta dando contigo. Y me ayudará a encontrar mi camino.

-El nuestro. -lo interrumpí de nuevo

-Sí, el nuestro.

Me cogió de las manos y me levantó.

-Vete a buscar tus cosas -dijo-. Los sueños dan trabajo.

Enero de 1994